domingo, 21 de octubre de 2012

Florencia. La cuna del Renacimiento

Piazza del Duomo

Cualquier amante del arte no debería dejar de realizar una visita a esta ciudad. Tampoco cualquier amante de Leonardo Da Vinci y Miguel Angel, porque Florencia fue el escenario de su famosa rivalidad. Allí podemos encontrar diversas obras de ambos junto con otros célebres artistas de la época.

Hay mucho que ver, así que si se quiere realizar la visita de forma relajada, como mínimo hay que estar 3 días completos.

Galleria degli Uffizi. Puede llevar más de medio día, eso si no se tiene que esperar una larga cola (2h o más dependiendo de la época del año). Lo mejor es comprar las entradas por adelantado, al menos con tres semanas, en http://www.polomuseale.firenze.it/ . Cuenta con una de las más antiguas colecciones de arte del mundo. “El nacimiento de Venus” de Boticelli; “La Anunciación” de Leonardo Da Vinci; “Tondo Doni” de Miguel Angel; “La Venus de Urbino” de Tiziano; “Baco” de Caravaggio. Uno de los que más me impresionó “La Medusa” de Caravaggio

Galleria della Academia. Alberga varias esculturas y cuadros pero la joya es el impresionante “David” de Miguel Angel. Te puedes quedar horas observando la perfección de la talla de 5,17 metros de altura.

Piazza della Signoria


Piazza della Signoria. Es la plaza más importante de Florencia, tiene un encanto especial. Un museo al aire libre en sí mismo. El precioso Palazzo Vechio, cuya entrada se encuentra flanqueada a su izquierda por una copia de “David” de Miguel Angel (el original estuvo allí hasta que en el año 1873 fue llevado a la Academia para preservarlo de las inclemencias meteorológicas) y a la derecha por “Hércules y Caco” obra de Bandinelli. Debajo de unos soportales, al lado del Palazzo en la Logia dei Lanzi, hay diversas esculturas como “El rapto de las Sabinas” de Giambologna o “Perseo con la cabeza de Medusa” de Cellini. Y “La fuente de Neptuno” de Ammannati. Mires donde mires la plaza es arte. 

Ensayo Noa
Si a esto añado que la última vez que estuve allí me encontré, sin saberlo, con el ensayo de un concierto gratuito que daba Noa aquella misma noche. Un regalo. Guardo un bonito recuerdo de aquel día.


lunes, 8 de octubre de 2012

Las dunas de Merzouga

El desierto tiene algo mágico. Atrae. Te puedes quedar horas mirando el horizonte, simplemente observando como cambia el color de la arena dependiendo de como los rayos del sol inciden sobre ella. Algo te atrapa. Resulta imposible expresarlo con palabras. Hay que estar allí para sentirlo.

Las dunas de Merzouga son las más importantes del Sahara marroquí, pudiendo alcanzar hasta 150 metros de altura. Arena dorada cuando le da el sol. Oscura cuando la recoges para introducirla en una botella de agua y llevártela de recuerdo. Cómo me gustaría tener un “mini-sol” en casa para poder reproducir los cambiantes colores que vi allí.


Hacer noche en el desierto parece que lleva consigo dormir en una haima, pero esa experiencia depende de lo dispuesto que esté cada uno a soportar las incomodidades que ello conlleva. En la zona hay bastantes albergues , de manera que no se tiene porqué renunciar a la experiencia de estar en el desierto por la noche si no se quiere dormir en una haima. Pero tengo que decir que esta vez quedé gratamente impresionada. En la haima había una señora cama, con su estructura de forja, sus sábanas , su manta, su almohada. ¡Todo un lujo! Además al lado había un barracón con servicios y duchas. ¡Y agua caliente! Muy distinto de la vez anterior que estuve en el desierto, en Mauritania, donde el colchón era una simple esterilla encima de la arena, y ni hablar de servicios o duchas.



Imprescindible montar en dromedario, que conducido por un tuareg, te adentra en las dunas, hasta localizar un lugar alto y retirado del resto de turistas, donde contemplar el atardecer o el amanecer. ¡Y que difícil es ascender a la dichosa duna! Al principio bien, pero según vas ascendiendo, empiezas a escurrirte , así que al final decides perder toda la dignidad y subir a cuatro patas. Una vez que estás arriba, y has recuperado el ritmo normal de tu respiración, te dices: ¡MERECE LA PENA!