Alemania es, con
diferencia, el país donde más he viajado. Podría hablar de urbes
mucho más importantes y conocidas, como Berlín, Hamburgo o Munich.
Pero lo voy a hacer de Goslar, pequeña ciudad (45.000 habitantes) de
la Baja Sajonia, a los pies del macizo Harz, alejada de los circuitos
turísticos habituales y que me impresionó muchísimo.
Goslar es célebre
por las famosas minas de cobre y plata de Rammelsberg, a un kilómetro
de la ciudad. En el siglo XI Enrique II estableció en ella la
residencia principal del Sacro Imperio Romano-Germánico, hasta el
año 1253, atraído precisamente por la riqueza minera de la zona,
construyendo el palacio imperial a pies de la misma.
La ciudad se caracteriza
por casas gremiales, el ayuntamiento y un gran número de casas de la
alta burguesía con entramados de madera tallados artísticamente.
Calles estrechas y adoquinadas donde el tiempo parece que se ha
detenido. El conjunto cuya constitución actual quedó fijada sobre
los siglos XV y XVI está muy bien conservado, en donde la
arquitectura románica, gótica, renacentista y barroca conviven en
armonía. En 1992 fue incluida en la lista de Patrimonio de la
Humanidad entre otras cosas por “constituir el mayor centro minero
y metalúrgico y que fue explotado durante el período más largo en
Europa central”. El comienzo del fin empezó en el siglo XVI debido
a guerras, conflictos sociales y el cambio de titularidad en la
explotación minera; esta lenta entrada en la mediocridad la preservó
de las guerras mundiales, lo cual ha permitido que se conserve su gran
patrimonio prácticamente intacto, tan sólo con las labores de
conservación habituales del paso del tiempo.
La mina de Rammelsberg fue explotada hasta el año 1988; en la actualidad se encuentra
abierta al público, donde están documentados mil años de historia
minera, siendo uno de los museos más grandes de Alemania. Existen
varios tours de distinta duración por el interior de la mina,
perfectamente acondicionada, muy interesantes. El único hándicap es
que ninguna de estas visitas guiadas, a no ser que esto haya cambiado
desde el año 2009 y por lo que he consultado en la red parece que
no, se hace en español; pero esto no debe echar para atrás, si te
defiendes un poco con el inglés, el simple hecho de ver una mina por
dentro merece la pena.
En los alrededores de la mina se encuentra la plataforma acuífera del Alto Harz, un ingenioso
entramado de pequeñas presas, acequias, galerías y corrientes de
agua que era utilizado por los mineros para la obtención de energía;
y que es considerado una obra maestra de la ingeniería. En la
actualidad existen 22 rutas de senderismo a lo largo de estas
acequias, estanques y corrientes de agua con una longitud de unos 112
kilómetros.
Otra recomendación para
los amantes del automóvil que se encuentren por la zona, no podéis dejar de visitar museo Volkswagen en Wolfsburg, a 85 kilómetros de Goslar en dirección norte.
Las Minas de Rammelsberg y la ciudad histórica de Goslar fueron incluidas en las lista de Patrimonio de la Humanidad en 1992, con una ampliación en el 2010 para el sistema de gestión hidráulica del Alto Harz.