Cabo Norte es un promontorio que se encuentra en la isla de Magerøya, norte de Noruega. Es considerado, con frecuencia, el punto más septentrional de Europa, aunque en realidad lo es el cabo Knivskjellodden, 1.5 km más al norte. Ambos se encuentran en una isla, por lo que el punto más septentrional de Europa continental es, en realidad, cabo Nordkinn. ¿Por qué siempre habrá polémicas o distintos puntos de vista con esto de ser lo más de algo?
Honningsvåg es el pueblo más cercano a Cabo Norte sin interés ninguno, más que por ser el lugar de pernoctación más cercano y por el famoso Artico Ice Bar; un bar construido enteramente con hielo y que es levantado cada año, cual ave fénix. Podemos llegar a Honningsvåg por avión, carretera o barco (en un crucero habitualmente). El pequeño aeropuerto tiene un handicap importante: no tiene comunicación directa con Oslo (http://www.wideroe.no) . Debido a esto la opción fue viajar a Alta y subir en un coche de alquiler. El trayecto son unos 210 km, lo realizas en menos de 3 horas y tienes el plus de disfrutar del paisaje; así, al menos, si no tienes la suerte de ver el sol de medianoche (como me ocurrió) te llevas en la retina un paisaje espectacular. En el camino atraviesas el túnel submarino, bajo en canal de Magerøysundet, que se construyó entre 1993 y 1999, con una longitud de 6875 m y que alcanza una profundidad de 212 metros bajo el nivel de mar. Os puedo asegurar que se siente una extraña sensación conduciendo por él, ¡cómo se nota la presión y el olor a mar! Además desde julio de 2012 es gratuito. En Noruega me llamó mucho la atención esto; todos los túneles construidos -y son muchos- se amortizan de la misma forma: durante un periodo de tiempo son de pago y después pasan a ser gratuitos.
El único sentido de viajar hasta Cabo Norte es presenciar el famoso sol de medianoche. Se trata de un fenómeno natural que consiste en que el Sol es visible las 24 horas del día, en las fechas próximas al solsticio de verano, y por lo tanto no llega a desaparecer en el horizonte.
Puesto que en el hemisferio sur no hay asentamientos permanentes suficientemente cerca del polo, las regiones habitadas que pueden disfrutar de este fenómeno están todas en el hemisferio norte: Alaska, Canadá, Groenlandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia y el extremo norte de Islandia. Pero hay que ir preparado para la decepción, puede ser que el día esté nublado y no veas nada, cosa por lo visto bastante habitual.
Lo que esperaba ver:
Los hoteles en Honningsvåg son escasos para la afluencia de turistas en esa época, así que si no se va en un viaje organizado lo mejor es reservar con suficiente antelación, y por supuesto estar dispuestos a pagar unos precios desorbitados (como en toda Noruega, como ya comenté en el post de los fiordos). Si se va hasta allí en coche (o caravana) existe otra opción: dormir dentro del coche en el parking del centro de visitantes. Teniendo en cuenta que entre unas cosas y otras para cuando termina el espectáculo es la 1.30 no parecía mala idea, y no lo fue, si no hubiera sido por el frío que pasé, aún con tres camisetas de manga larga, forro polar, chubasquero, la toalla, …¡Menos mal que el coche tenía los asientos con calefacción! Así que si a alguno se le ocurre la peregrina idea de hacer lo mismo, y doy fe que hay gente que lo hace, que se vaya con un buen saco de dormir de alta montaña.
A parte de hacer las fotografías pertinentes a la famosa bola del mundo sobre el acantilado (300m), se debe realizar la visita al centro de visitantes (desde donde podrás enviar postales con un matasellos especial) y justo al lado admirar el monumento a los niños donde “En junio de 1988 siete niños de distintas esquinas del mundo se reunieron en Cabo Norte. Estuvieron aquí durante una semana y crearon juntos el monumento “Barn av Jorden”, Niños del Mundo, un símbolo de cooperación, amistad, esperanza y alegría.”
Si como digo se ha ido a Cabo Norte por carretera desde Alta, de regreso a este punto es imprescindible hacer una parada en el museo de nombre homónimo, que contiene representaciones de pinturas rupestres que forman parte del patrimonio de la Humanidad y que datan, las más antiguas, del 4200 a.C. ¡Impresionantes!
Las pinturas rupestres de Alta fueron incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1985
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