Sin duda, la forma más
impresionante de encontrarte por primera vez con la antigua ciudad
inca es desde Intipunku (Puerta del Sol ), fin del Camino del Inca.
Pero el Camino del Inca no es moco de pavo: tres días de caminata
para recorrer unos 45 kilómetros con unas altitudes que oscilan
entre los 2500 y 4200 metros, lo que supone falta de oxígeno y por
tanto el andar se vuelve difícil. Hay que hacerlo de manera lenta e
ir incrementando el paso según te vayas adaptando , para así
evitar el temido soroche o mal de altura (mareos, cefaleas, naúseas, vómitos,
agotamiento físico,...). De modo que si se está pensando la
posibilidad de llevarlo a cabo, hay que ser muy consciente de nuestras
posibilidades y del estado de forma. Desgraciadamente, debido a una
lesión en la rodilla, de la que estaba recuperada, pero que me podía
dar sorpresas, con gran pesar y después de meditarlo mucho, tuve que
renunciar a hacerlo. Así pues no sentí el mal de altura allí, pero sí que lo sufrí en Puno, y puedo decir que no es nada agradable. Me tuve que conformar con ver el Machu Picchu cuando bajé del autobús que te lleva allí desde Aguascalientes y ascendí a la ciudadela. Pero no es lo mismo, claro que no. La vista desde el Intipunku es la típica que se muestra en todas las fotografías. Debe ser una delicia, después de tres días de caminata, encontrarte con esa maravilla, no en vano fue declarado una de las siete maravillas del mundo moderno en el año 2007. Tampoco debemos olvidar que el camino es un lugar protegido por la UNESCO, de modo que hay que olvidarse de intentar hacerlo por tu cuenta, siempre hay que contactar con guías autorizados por el Ministerio de Cultura de Cusco.
Recomiendo,
fervientemente, llegar lo más temprano posible (abren a las 6.00
AM), aunque haya que renunciar un poco al sueño, porque puedo
asegurar que merece la pena, y dos son las razones: estar en la
ciudadela sin casi turistas es un sueño y ver la salida del sol otro
mayor. Después de esto, subir al Intipunku sentarte, y simplemente,
disfrutar. Disfrutar de ese lugar mágico, porque lo es. Disfrutar
como disfrutan las llamas que camina a sus anchas por parte de la
ciudad, sobre todo la zona alta, pero cuidado con molestarlas en
demasía que escupen.
Si se tienen fuerzas, u otro día para alargar la visita, no está de más hacer la
ascensión al Huayna Picchu (la montaña que aparece al fondo de la
ciudad en las fotos típicas) , desde donde se tendrá otra vista de
la ciudad totalmente distinta pero no menos impresionante. Hay que
tener en cuenta que el ascenso está restringido hasta una hora
determinada, y el número de excursionistas también, por lo que hay
que hacerlo lo antes posible. Bien es cierto que el camino es angosto
y escarpado, de hecho existen en muchos tramos cuerdas para sujetarte
de forma que la ascensión sea, un poco, más fácil...o bueno, para
ser más correcta, menos complicada. Después de una hora y media,
más o menos , se llega al final...y nada, otra vez a sentarse y
disfrutar.
Incluido en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en 1983
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