domingo, 23 de septiembre de 2012

Lanzarote. La Luna en la Tierra

Vista desde el autobús que recorre el Parque de Timanfaya
“El día primero de Septiembre de 1730, entre nueve y diez de la noche, la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya, a dos leguas de Yaiza. En la primera noche una enorme montaña se elevo del seno de la tierra y del ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diecinueve días [...]”Así relataba en un texto manuscrito D. Andrés Lorenzo Curbelo, párroco de Yaiza, las erupciones que configuraron Lanzarote con su aspecto actual y que, de manera interrumpida, azotaron las isla durante cinco años y medio. 

Lanzarote es más que un destino de sol y playa. Para el mí el atractivo real de la isla no recae ni mucho menos en ello. Lo que realmente hace que la visita merezca la pena es el paisaje. Es tan distinto, tan espectacular, tan increíble. En ciertos momentos, contemplándolo, no parece que estés en la Tierra.

Lo mejor es alquilar un coche para poder disfrutar de la isla en todo su conjunto, su pequeño tamaño lo permite (62km de norte a sur y 21km de oeste a este). La primera vez que estuve allí conducir se me “hizo raro”, algo extraño había pero no sabía exactamente que era. Después lo descubrí. En las carreteras no hay ni una sola valla publicitaria para preservar de esta manera el entorno. El artífice de esto fue César Manrique. Y es que hablar de Lanzarote, pasa irremediablemente, por hablar del artista. A su vuelta de Nueva York creó, junto con el cabildo insular, distintos espacios urbanos que fueron integrados magistralmente en el entorno. Podríamos decir que Lanzarote es lo que es ahora, gracias a la naturaleza y a César Manrique. 

El Golfo- Laguna de los Ciclos


Lo imprescindible: 

Montañas de Fuego- Parque Nacional de Timanfaya. Al oeste de la isla. La visita se hace en autobuses, que recorren un circuito circular de unos 14 km. Mediante una locución se explica las historia de la formación del Parque. Se hacen pequeñas paradas durante el recorrido pero sin poder bajar. Sólo una pega, si los autobuses fueran descapotados se disfrutaría aún más. 

Cueva de los Verdes. Se encuentra en un túnel volcánico subterráneo de unos seis kilómetros de longitud, uno de los más largos del mundo, que se extiende desde un cono volcánico del Volcán Corona hasta el mar. Lo que está abierto al público es más o menos un kilómetro de galerías. Espectaculares las gamas de colores rojizos. De vez en cuando se ofrecen conciertos en una de las galerías más grandes. No he tenido la oportunidad de ver ninguno, pero seguro que si vuelvo me informaré, por si hay suerte. 

Jameos del agua. Se encuentran en mismo túnel que la Cueva de los Verdes, pero en la zona más cercana a la costa. Es el primer Centro de Arte, Cultural y Turístico que realizó César Manrique en la isla. 

Jardín de Cactus. Fue el último trabajo de César Manrique (1991) en Lanzarote. Está construido en terrazas, con una forma muy parecida a un anfiteatro romano y alberga más de diez mil ejemplares de cactus procedentes de todo el mundo. 

Mirador del río. Apenas visible desde el exterior, ya que oculta su estructura en el acantilado con multitud de piedras que se mimetizan a la perfección con el entorno. Aconsejo que se llegue allí al atardecer para ver la puesta de sol, pasando por el palmeral de Haría o “Valle de las Mil Palmeras”. 

Museo Fundación César Manrique

Museo Fundación César Manrique. Está situada en lo que fue la casa-estudio del artista. La casa se extiende sobre unas impresionantes lenguas de lava solidificada. Se muestran obras propias y algunas de otros artistas pertenecientes a su colección privada. Pero el edificio en sí mismo ya merece la pena la visita. 

Los Hervideros
Los Hervideros. Se denominan de esta forma a los acantilados de origen volcánico que la fuerza del mar ha ido erosionando a lo largo de los años, y que se encuentran al oeste de la isla, muy cerca de la entrada al Parque de Timanfaya. Cuando el mar está embravecida, el agua pasa a través de las oquedades que dejó la lava a su paso y sube a la superficie pareciendo que hierve, de ahí su nombre. Muy cerca de allí está El Golfo, un cráter a nivel del mar, del que sólo queda la mitad, la otra mitad la cubre el océano Atlántico, y que cuenta en su interior con la Laguna de los Ciclos. Una laguna de un espectacular color verde, fruto de las algas marinas que viven en su interior, y que contrasta con el negro de la tierra y el azul del mar. 

Muy recomendable también recorrer la zona de La Gería, donde se encuentran las viñas que crecen en hoyos excavados en el negro suelo, protegidas del viento por semicírculos de piedras volcánicas. ¡Tan distinto a los paisajes de viñedos de la península! Se produce un exquisito vino malvasía. ¡No dejéis de probarlo! La bodega más famosa es “El Grifo” y además una de las más antiguas de España (1775). 

Viñas en La Gería


Y después de todo esto, un poquito de playa. Las hay de arenas finas y blancas, o negras. Con aguas tranquilas o con fuerte oleaje. Para todos los gustos. Pero una de las mejores, la Playa del Papagayo, al sur. Arenas doradas con aguas turquesas, una perfecta combinación.


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