lunes, 8 de octubre de 2012

Las dunas de Merzouga

El desierto tiene algo mágico. Atrae. Te puedes quedar horas mirando el horizonte, simplemente observando como cambia el color de la arena dependiendo de como los rayos del sol inciden sobre ella. Algo te atrapa. Resulta imposible expresarlo con palabras. Hay que estar allí para sentirlo.

Las dunas de Merzouga son las más importantes del Sahara marroquí, pudiendo alcanzar hasta 150 metros de altura. Arena dorada cuando le da el sol. Oscura cuando la recoges para introducirla en una botella de agua y llevártela de recuerdo. Cómo me gustaría tener un “mini-sol” en casa para poder reproducir los cambiantes colores que vi allí.


Hacer noche en el desierto parece que lleva consigo dormir en una haima, pero esa experiencia depende de lo dispuesto que esté cada uno a soportar las incomodidades que ello conlleva. En la zona hay bastantes albergues , de manera que no se tiene porqué renunciar a la experiencia de estar en el desierto por la noche si no se quiere dormir en una haima. Pero tengo que decir que esta vez quedé gratamente impresionada. En la haima había una señora cama, con su estructura de forja, sus sábanas , su manta, su almohada. ¡Todo un lujo! Además al lado había un barracón con servicios y duchas. ¡Y agua caliente! Muy distinto de la vez anterior que estuve en el desierto, en Mauritania, donde el colchón era una simple esterilla encima de la arena, y ni hablar de servicios o duchas.



Imprescindible montar en dromedario, que conducido por un tuareg, te adentra en las dunas, hasta localizar un lugar alto y retirado del resto de turistas, donde contemplar el atardecer o el amanecer. ¡Y que difícil es ascender a la dichosa duna! Al principio bien, pero según vas ascendiendo, empiezas a escurrirte , así que al final decides perder toda la dignidad y subir a cuatro patas. Una vez que estás arriba, y has recuperado el ritmo normal de tu respiración, te dices: ¡MERECE LA PENA!  



No hay comentarios:

Publicar un comentario